14 de mayo. CON LA AYUDA DE DIOS Y LA VUESTRA

Tarde de profesión. En la fraternidad seglar dominicana de la parroquia hemos tenido el gustazo de celebrar la promesa definitiva de un hermano.

Qué raro es que hoy en día, nadie se atreva a tomar opciones, a comprometerse y a hacerlo de por vida; pero ahí estábamos nosotros, con la celebración repleta de personas que se habían atrevido, que habían dicho que sí al Señor, que con alegría habían respondido a la vocación que, en distintas familias religiosas, Dios les había regalado. Estábamos juntos los dominicos de dos fraternidades, seglares franciscanos y carmelitanos… un puñado de locos, variados, con la riqueza de la diversidad y con la fuerza de sabernos todos uno en el Señor Jesús.

Nunca entenderé a los que quieren uniformizarnos;  que entienden la comunión como  sometimiento; que no aceptan las discrepancias…que pretenden arrasar con ese don del Espíritu que es la diferencia, con lo bonito que es…

En la monición de entrada, otro de los hermanos hablaba de la cruz, como la mayor expresión de esa locura del amor de Dios. Eso es lo más grande, que nuestro Dios se muere de amor por nosotros, eso es lo que nos une… y ese amor siempre es nuevo, no deja de generar vida, que continuamente nos abre hacia el futuro, a posibilidades desconocidas.

La Palabra de Dios en un mundo tan diverso como el nuestro, debe ser predicada con fuerza y por distintas voces, para que esa buena noticia del Amor llegue absolutamente a todas las personas, a cada rincón de la tierra.

Hoy mi hermano ha dicho que sí, lo ha hecho con la pasión que suele mostrarnos, a pesar de las dificultades, del sufrimiento, de las contrariedades de la vida; su voz se une a la de un sin fín de dominicos y dominicas que han optado por ese amor y lo han hecho para siempre. Ahí está su felicidad y su verdad.