19 de mayo
Este jueves ha sido otro de esos días de no parar. Varias de las personas con las que hoy he tratado coincidían en una misma situación: habían pasado por muy malos momentos o aún los estaban sufriendo, pero –por distintas circunstancias- hoy estaban contentos.
Lo que esta noche se me ocurre es precisamente eso, que todo pasa, que hay salida para cualquier situación.
Todos sabemos que la vida puede presentarnos realidades muy complicadas y dolorosas; que tarde o temprano, siempre lo hace. Ocasiones con las que parece que no vamos a poder; que nuestro mundo se acaba; que nos aterrorizan y nos hacen incapaces de imaginarnos el mañana.
Unas veces llegan repentinamente, de forma inesperada… o se van gestando poco a poco, empeorando lentamente, y no sé qué es peor, ciertamente. Golpes de la vida que te pueden destrozar del todo… o no.
No está siendo así con las personas que hoy han hablado conmigo. No son héroes ni poseedores de una fuerza interior extraordinaria; son personas normales y corrientes, pero que están siendo capaces de seguir, de luchar, de pedir ayuda, de mantener viva la esperanza.
Continuar, vivir… y, poco a poco, las oscuridades se disipan; los dolores acaban pasando y nosotros seguimos en pie.
La diferencia fundamental está en no rendirse, en no dejarse vencer por el miedo o la inseguridad, pero ¡qué difícil puede llegar a ser! ahí es donde Dios juega un papel fundamental. Él es quien puede darnos todo lo que necesitamos para superar cualquier cosa que se nos venga encima; en Él está el aliento, la paz, la confianza, la presencia que nos permite respirar y volver a levantarnos siempre.
Me ha alegrado mucho con la alegría de esas gentes que han sabido apretar con fuerza el timón y desplegar las velas al viento de Dios; dejar que la barca de sus vidas avance, imparable, impulsada por su amor.
¡Qué verdad tan grande! y no porque salga de la "pluma" de un cura. Es cierto; hay adversidades tan drásticas donde los demás ven todo negro,y el creyente atisba el relampagueo de una brumosa llamita que se acerca poco a poco hasta transformarse en un magnífico amanecer.¿Que cómo llegan a vislumbrarla? Llamémosla fe, esperanza y acompañamiento del Padre, quien tiene la particularidad de presentarse "camuflado" en el amigo, en el hermano, en el otro.
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