viernes, 27 de abril de 2012

26 de abril. SOS


Hoy no se ha interrumpido la feria, no se han apagado las luces, ni se ha atenuado la música, pero sí lo han hecho en mi interior. Las circunstancias me han llevado en este día a acompañar distintos dolores; a hacerme presente en varios dramas personales y familiares que siguen estando ahí, con toda su crudeza… aunque parezca que el resto del mundo está de fiesta.



Ante todo le doy las gracias a Dios por la sacudida que me ha dado hoy, por espabilarme y permitirme coger esa una mano que, a pesar de tanta debilidad, lucha por seguir viviendo; por poder abrazar los hombros en los que se había hundido  la cabeza de un amigo…

La vida es luchar, con más o menos intensidad, según el momento; siempre supone une esfuerzo por seguir adelante, por levantarse de las caídas, por abrir caminos nuevos, por poder ver en medio de la oscuridad… es así, difícil para todos.

Pero a veces, las palizas de la vida son tan grandes, caemos en fosos tan profundos que nos parece que todo se ha acabado; que todo está perdido, que ya no hay futuro…



Cuando, personas que están en situaciones así, acuden a mí, es cuando más poca cosa me siento; más temo no tener respuestas, no saber qué decir; pero sé que, precisamente para esas circunstancias, para estar en medio de ese dolor, me llamó el Señor; para eso me hice fraile; a todas esas personas es a las que quiero entregar la vida.



Así que acudo, acobardado y titubeante, pero confiando en mi Dios, me acerco a esos lechos de dolor… y, en el instante en que miro a esa gente a los ojos; siento cómo los ama Dios y se apodera de mí su ternura…



Pero, ¿cómo comunicar, cómo hacer llegar a quien está sufriendo de esa manera, que Dios está con ellos? ¿Qué con Él no hay final, nada que nos pueda vencer?



Reconozco que no lo sé… pero una cosa sí que tengo clara, algo que sí está en nuestras manos: podemos estar nosotros ahí, a su lado, acompañando, sirviendo, amando… lo demás ya es cosa de Él.

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