Esta tarde, los niños de las catequesis de comunión recibían, por primera vez, el sacramento de la reconciliación. Para mí es uno de los momentos más bonitos del año.
Aparte de que te mueres de risa con las cosas y las ocurrencias que te dicen; es preciosa la forma en la que los críos se acercan a la misericordia de Dios: su confianza, la limpieza de sus reflexiones, la sinceridad de sus corazones…
Hoy, en particular uno de ellos me ha dado las gracias “por recibirle con una sonrisa”…¡casi me lo como! Jajaja.
Después, le explicaba a una niña que por medio de la reconciliación, Dios borraba por completo todas las cosas que habíamos hecho mal; que las hacía desaparecer para siempre; que nos íbamos como estrenando el corazón y que Él no sólo nos daba una nueva oportunidad para empezar de nuevo, sino que además, nos daba un abrazo muy fuerte que nos ayudaba para aprovechar esa ocasión y a ser felices.
Ella, con una sonrisa de oreja a oreja, me ha contestado “¡qué guay!” “¿y podemos volver a venir cada vez que metamos la pata en algo o necesitemos ese abrazo?”
Casi se me saltan las lágrimas y me ha hecho pensar en lo mucho que desaprovechamos ese regalo incalculable que es el sacramento de la reconciliación…
Nos inventamos mil excusas para evitarlo y, sin darnos cuenta, permanecemos en lo de siempre, arrastrando las cargas que nos agotan y pensando que somos nosotros, con nuestras solas fuerzas, los que debemos cambiar todo aquello que sólo Dios transforma.
Esa chiquilla me ha devuelto mis propias palabras, como un rebote, y me ha ayudado a saborear la belleza de aquello que estábamos celebrando. ¡ Es tan grande ese Dios que siempre es posibilidad! ¡Tan poderoso ese amor que olvida todas nuestras traiciones y fracasos, para regalarnos una vida nueva!
En Pascua todo es así ¡nuevo! La vida, el mundo, la humanidad… es el tiempo de ser y hacer, de ver y descubrir… de sorprendernos y entusiasmarnos, de llenarnos el alma de alegría y pregonarlo a los cuatro vientos… de vivirlo todo como nuestros niños de catequesis.
Gracias por la reflexión Fr. Felix!!! Que bonito ser niños...
ResponderEliminarLos niños subían con ciertos nervios y bajaban con una sonrisa plena, felices... ojalá todos fuésemos niños y viviésemos la reconciliación como ellos. Gracias por la reflexión los dibujos no pueden ser más bellos.
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