martes, 12 de febrero de 2013

11 de febrero. PAPA


Hoy nos sorprendía a todos la noticia de la valiente decisión del Papa; un anuncio que nos muestra a un hombre que no se aferra al poder y que, al reconocerse incapaz de realizar adecuadamente su servicio, es coherente y renuncia al ejercicio del mismo.

Todo un ejemplo el que nos ha dado Benedicto XVI, en este mundo en el que nadie, pase lo que pase, deja voluntariamente sus cargos o privilegios.

Pero, además, esta opción supone una nueva puerta que se nos abre a la esperanza…. Puede que sea demasiado ingenuo, lo sé, pero desde que me he enterado del asunto me he llenado de ilusión ante el futuro. Todos los católicos del mundo entero pensamos ya en quién será el nuevo pontífice y muchos albergamos el deseo de que el Espíritu Santo sople con fuerza en el próximo cónclave y que la Iglesia se abra a su acción; que estemos atentos a los signos de los tiempos y el nuevo Papa sepa guiarnos en la presentación de respuestas significativas para los hombres y mujeres de hoy.
 


Pero esa posibilidad no descansa únicamente en los cardenales o en el Vaticano; somos todos y cada uno de los creyentes los que debemos protagonizar ese paso hacia el mañana, desde nuestra propia vida, con el compromiso y el testimonio personal, acompañando nuestras ilusiones de la oración, confiando en que- a pesar de todas nuestras miserias- es el mismo Dios el que conduce el  camino de  nuestro pueblo.

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