jueves, 7 de febrero de 2013

7 de febrero. BASURA


En mi ciudad están de huelga los trabajadores de la limpieza urbana. Como la suya es una labor que normalmente se realiza por las noches,  parece que se hace sola, por arte de magia… es como si no existieran hasta ahora, cuando no sé si llevan once días sin recoger la basura y Las calles se están llenando de montañas malolientes.

No entro en las causas de la protesta, pero esta historia me recuerda a una frase que mi madre (seguramente todas las madres) nos repetía, a mis hermanos y a mí,  muchas veces de pequeños: “¡ya os acordaréis de mi cuando no esté!”.

Efectivamente, como todas las madres, tenía razón y desde que  salí de casa han sido infinitos los momentos y razones en los que la he echado de menos sus detalles y mimitos; de la misma forma, ahora es cuando imagino que todos los ciudadanos nos damos cuenta de lo necesaria que es esa función para todos. Como decía mi madre, esto de los basureros me recuerda lo importante que es saber reconocer y valorar lo oculto, lo escondido, las pequeñas cosas cotidianas que Dios y  los otros nos regalan cada día.

Por otro lado, nos hace comprender lo fundamental que resulta el poder ir quitándose. Día a día, la porquería de dentro; aprender a ir digiriendo poco a poco los enfados, las ofensas y rencores. Si lo sabemos hacer así, en cada momento, no cuesta tanto sanearse el corazón… si nos lo guardamos para mañana, si cada noche nos vamos a dormir sin habernos curado esas heridas, corremos el riesgo de acabar como están ahora las calles de esta hermosa ciudad: inundados de desperdicios y con un amenazante peligro de insalubridad.

Y para colmo, creo  que esas dos cosas, la limpieza del corazón y el reconocimiento del otro tienen mucho que ver la una con la otra…

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