Ayer, hoy y mañana están teniendo lugar en mi parroquia unas jornadas de reflexión que, todos los años, organiza la ONG de la Orden “Acción Verapaz”. En esta ocasión el tema es “Ecología para entender nuestro mundo” y están teniendo mucho éxito.
Esta tarde nos hablaban de las incidencias y repercusiones de la cuestión en los países en vías de desarrollo; han sido muchas las reflexiones que la charla me ha suscitado.
Por ejemplo, una de las cosas que nos ha presentado uno de los ponentes, representante de una de las más prestigiosas ONG, es el caso de varios países como Mozambique o Brasil, que en los últimos años han reducido notablemente sus índices de pobreza.
Yo pensaba en todas las veces que, ante la tremenda situación de injusticia y dolor en la que está inmerso nuestro mundo, me he sentido impotente, he pensado que no había nada que hacer…
Según el conferenciante, son dos las claves fundamentales que están haciendo posible el “milagro” en estos lugares. Una, era la existencia de un gobierno honesto, preocupado –al menos parcialmente- por la búsqueda de equidad entre su pueblo (¡casi nada!). La segunda era una ciudadanía organizada, con un entramado de asociaciones y ONG amplio y variado.
No me gustan nada las actitudes “culturetas” que a veces adoptan algunos, los que se creen por encima de la “plebe”, alternativos, mejor informados, más sensibles; que desprecian los gustos generalizados y dicen disfrutar de todo lo que sea un rollo, cuanto más infumable, mejor. Creo que se mienten a si mismos, porque ellos también están cargados de incoherencias como todos los demás; no dejan de ser víctimas de sus propias modas y consumo, de un neo dogmatismo que, a veces, llega a ser fundamentalista.
Sin embargo, la verdad es que todos –los unos y los otros- somos muy borregos, y con nuestra falta de crítica y compromiso, colaboramos en que las cosas sigan como están. Aceptamos las leyes injustas sin chistar; tragamos con la corrupción de los políticos; nos creemos sin dudar todo lo que nos cuentan las noticias; padecemos resignados las consecuencias de la crisis económica…
Un recurso muy utilizado por los autores sagrados es la expresión “¡Levántate!”; hoy se lo decían a Bartimeo en el Evangelio, igual que al paralítico, a José, a la hija de Jairo…a infinidad de enfermos; se le dice a Jerusalén, lo escuchan igualmente Jacob, Moisés, Jonás- entre muchos otros- en el Antiguo Testamento.
Todos podemos y tenemos algo que decir en nuestro mundo; aprendiendo, conociendo, uniéndonos, rezando, comprometiéndonos… pensando en ello al menos.
Hoy me acuesto dándole vueltas a esa invitación que hoy nos sigue haciendo nuestro Dios, la urgencia de despertarnos, de levantarnos, de ser rebeldes ante tanto robo, desigualdad, destrozo y muerte.
Pueblo mío, ¡Levantate!
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