En el curso que estoy haciendo durante esta semana hablábamos hoy de la secularización. El profesor nos la presentaba como un regalo de Dios, que ha permitido a la Iglesia liberarse de todo lo que no le correspondía y purificar su fe.
Haciendo un recorrido por la historia, veíamos como con la primera modernidad, las críticas se centraron en la religión, que acabó siendo sustituida por otros “magisterios”, otras instancias en las que la nueva sociedad encontró seguridad: la ciencia y la tecnología, la política o la razón humanas.
Pero actualmente la crítica se extiende a todas ellas; han perdido su capacidad de hacer vibrar a las personas, nos hemos desencantado de todos sus proyectos, nos han decepcionado…. descubrimos la mentira de aquella seguridad que ayer nos proporcionaban, la sociedad se encuentra ahora en esa decepción, en la desconfianza de todo y en la inseguridad absoluta.
Y mientras estudiábamos estas cosas, no dejaban de darme vueltas en la cabeza las imágenes que todos hemos contemplado horrorizados: la catástrofe de Japón.
Creo que nos impactan especialmente porque aquí no caben excusas como el subdesarrollo o la pobreza, la mala calidad de las construcciones, ni la falta de medios científicos o prevención, esta tragedia ha ocurrido en un país rico, desarrollado, repleto de ciencia y tecnología… el drama de Japón es el de todos nosotros porque pone en evidencia la precariedad e indefensión del ser humano, la debilidad que el sistema de bienestar y consume pretende ocultar por todos los medios. El saber y la ciencia no sólo han resultado inútiles a la hora de evitar la calamidad sino que incluso están aumentando el peligro. Por muy desarrollada y probada que sea, ¿qué seguridad de una central nuclear puede evitar una furia de la naturaleza de estas dimensiones?
Lo que estamos viendo en los telediarios denuncia que la falsedad de creer que somos todopoderosos, que podemos explicarlo, conocerlo y dominarlo todo por nuestros únicos medios.
Evidentemente no tengo nada en contra del progreso científico, ¡todo lo contrario! pero sí en cuanto a una absolutización de los mismos que –como vemos- es mentira.
Ante este terremoto, ante todos ellos, frente a cualquier situación de dolor, nos damos cuenta (como Adán y Eva) de nuestra propia fragilidad, sólo queda lo humano completamente desnudo… sólo queda el ser verdaderamente humanos, los unos con los otros.
Allí, en el centro de la tragedia, están mis hermanos y hermanas, los nuestros…codo con codo, lágrima con lagrima… al lado del que lo ha perdido todo o a todos…
Y la fe, tan maltratada la pobre, recordándonos continuamente que en esa unidad, en ese llanto compartido, en ese amor… está lo único en lo que podemos y merece la pena confiar: nuestro Dios.
(Si quieres saber algo más de nuestros hermanos y hermanas en Japón o adherirte a ellos: )http://www.dominicos.org/noticia.aspx?idNoticia=1256
Impacta la sensillez y significado de este dibujo: esa cruz que es llamada de atención, hecha de rojo sangre y verde esperanza. La primera indefinida, la segunda definida y estable. Quienquiera que seas, enhorabuena y gracias!!!
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