viernes, 7 de octubre de 2011

6 de Octubre. ¿SIN REMEDIO?

¡Qué despiste tengo encima, Dios mío! Resulta que esta tarde se ha celebrado la inauguración oficial del curso y de las nuevas instalaciones de esta facultad, así que allí estábamos los frailes con nuestros hábitos, todos los alumnos y profesores.
Hemos comenzado con una eucaristía que ha presidido el Obispo de Ciudad Rodrigo, después la lección inaugural, la bendición de los locales y por último una copita de vino español. Todo ha sido sencillo pero muy académico y solemne.

Y allí estaba yo, en medio de toda esta historia, con mis inseguridades y vergüenzas a cuestas, atento a todo lo que hacían los demás para imitarlos y no meter la pata. Pues bien, cuando ya casi estaban terminando los actos, he notado algo que no me terminaba de cuadrar, un pliegue extraño en la parte inferior de mi hábito… “¿qué es esto? Qué raro….” Centro un poquito mi atención, empiezo a recorrer las telas con la mirada y descubro horrorizado ¡qué he pasado todo el tiempo con el hábito al revés!

Inmediatamente se me han subido todos los colores y ya no sabía dónde meterme, dónde se podía esconder este fraile tan desastre que llevaba las costuras y los bolsillos por fuera…

No ha llegado la sangre al río, porque, en la primera ocasión he subido a la celda a cambiarme y porque, además, como yo había estado tan natural todo el rato, parece que nadie se había dado cuenta… cuando he compartido la anécdota con mis hermanos, ninguno de ellos se había fijado en el detalle.

El caso es que esta historieta, una más para mi antología de despistes, me ha hecho pensar en la importancia que tiene, para bien y para mal, el ser consciente de las cosas; porque al principio estaba yo tan campante en mi ignorancia, disfrutando de lo que estaba viviendo, sin importarme el error que, inconscientemente, llevaba encima; el mismo que, al evidenciarse, me ha llenado de nerviosismo y angustia. Pero, por otro lado, el haberme dado cuenta del desliz, es lo que me ha permitido corregirlo y continuar con las celebraciones.




No he podido evitar el trasladar ese pensamiento a lo que estoy viviendo con esta nueva aventura del doctorado… me veía empezándola igual que comenzaba la tarde, muy ilusionado pero un poco inconscientemente, sin darme cuenta de los muchos obstáculos y limitaciones que entran en juego… esa actitud es la que ha hecho posible que venza mis miedos y me fíe, gracias a ese “no saber” he sido capaz de embarcarme en este proyecto.

Pero también he caído en la cuenta de que, si verdaderamente quiero que esto siga adelante, no puedo actuar como si las dificultades y mis lagunas no existieran; que, aunque sea duro, debo hacerme consciente de ellas, “darle la vuelta” a las que pueda y, a adaptarme a las que no.

En, definitiva, se me ocurre que, el ser verdaderamente consciente, empieza por tratar de equilibrar esa misma capacidad… no obcecarnos en la debilidad ni en los errores, de tal manera que eso nos impida actuar y disfrutar; ni ir por la vida subidos en la nube del que no se entera de quién es ni dónde está y, por tanto, queda estancado en su propia miseria.
Una cuestión complicada en si misma, sí, pero que se hace mucho más fácil cuando nos dejamos orientar por el Espíritu; si somos capaces de encontrar y disfrutar de su Amor, entonces ya no es una cuestión de voluntarismo personal, sino que esa experiencia es la que te transforma y te lleva a mirarlo todo desde la alegría de la conversión y, sobre todo, de la Gracia de nuestro Dios.

1 comentario:

  1. No me hubiese perdido ese momento, por nada del mundo, porque te conozco y sé cómo eres.Aún me río,pero estas cosas son las que te hacen ser tú, con tus miedos, tu vergüenza,.....pero a la vez con la naturalidad que compartes esos momentos tan especiales que vives: a veces de risa, como hoy, otras de tristezas, otras de inquietudes,...el caso es que nos haces vivir contigo tus situaciones.TQ.Bss

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