sábado, 15 de octubre de 2011

14 de octubre. ¡¿NACER Y MORIR?!

De nuevo la muerte ha vuelto a pasar entre mis seres queridos, acabo de llegar del tanatorio donde he estado acompañando a una vieja amiga y a su familia.
Así es la vida, ayer mismo, por la tarde, me encargaba del curso prebautismal ante un grupo de papás ilusionados , a los que les hablaba del milagro del nacer, de cada nueva personita que viene al mundo y hoy, el día ha terminado en una sala, donde mi amiga y los suyos lloraban la marcha de un padre.

Verdaderamente, lo del sacerdocio configura todo lo que eres; muchas veces digo que, desde que me ordené, es como si me hubiesen abierto una nueva ventana a la realidad; como si me hubiesen puesto unas gafas mágicas, de esas con las que soñábamos de pequeños, con rayos X para poder ver más allá de lo evidente… el vivir tan de cerca junto a tantísimas y tan variadas personas y realidades, el que  abran ante ti  las puertas de su intimidad, te ofrece una perspectiva de lo que somos y de la existencia humana completamente extraordinaria…. Como hoy mismo, en que se me muestran a la vez el principio y el final de nuestro paso por esta Tierra, como esta noche en la que he preparado juntos un bautizo y un entierro.


Esa visión privilegiada transforma por completo tu propia forma de vivir y de relacionarte; son incontables las lecciones tremendas que me llevo a la cama cada noche… pero claro, la cosa no se puede quedar ahí… esa percepción no es de mi propiedad; no se me ha dado únicamente para hacerme crecer a mí… hay que darla, tengo que buscar las formas de llevarla a los hermanos.




Eso me lleva al estudio, claro, y me recuerda que aún no he encontrado un rato para centrarme en las tareas que tengo que presentar dentro de nada para el curso que estoy haciendo.

Porque lo que he dicho no supone que dejemos de ser tan humanos como cualquiera, que sintamos igual el dolor; que nos asalten las dudas y las preguntas, incluso más que a otros; que, a veces, tampoco nosotros comprendamos y que, con frecuencia, nos falten argumentos…así que hay que buscar incansablemente las respuestas, los lenguajes y los caminos, por los que poder compartirlas eficazmente con cada hombre y mujer.
Esta tarde por ejemplo, en la sala del mortuorio, he visto a una familia unida y serena, me atrevería a decir que el ambiente era muy agradable. El padre de mi amiga, que ya está definitivamente junto a su Dios, ha tenido mucho que ver con eso; su vida aquí ha dado ese fruto; ese amor es su legado…

Hasta hace unas horas, quería ponerme a estudiar porque tenía que hacerlo y el tiempo se me venía encima. Ahora lo necesito, tengo sed: de la Palabra de Dios y de la de las de las personas, que pueden iluminar lo que he visto; que rescaten la esencia universal de esa lección, lo que a todos nos puede ser necesario; que me pueden regalar las palabras con las que explicarlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario