viernes, 10 de junio de 2011

9 de junio.LA ROSA DEL EXISTIR

Este mundo nuestro es como una rosa, una curiosa mezcla de grandezas y miserias, de flores y espinas. Lo es el mundo, la sociedad, nuestra Iglesia ¡nosotros mismos!
Y así es como somos, ni más ni menos. Hay personas que centran su atención en la debilidad, en lo oscuro de la realidad y eso marca su forma de entenderla y de vivirla… la frustración, el desánimo y la desconfianza anidan con facilidad a cada paso; nadie nos parece adecuado, el presente es un desastre, el futuro no merece la pena, nos castigamos a nosotros mismos…
Hay otras que sólo se quedan con el brillo y la hermosura que ven a su alrededor; temporalmente son más felices, alentados por los sueños y el hechizo de la belleza… pero, de alguna forma, están condenados a que, tarde o temprano, la existencia les destroce en mil pedazos su idílico universo. Además viven en la mentira de ignorar a quienes sufren, a las víctimas…
Entre los dos polos hay infinidad de posiciones intermedias, tantas como personas existen… Nosotros los creyentes estamos invitados a tratar de comprenderlo todo como lo hacía Jesús de Nazaret, de esa interpretación de la realidad brota el modo de vivir el Evangelio, el que nos conduce a la felicidad.
Jesucristo es consciente, y bien consciente, de todas nuestras incapacidades y deficiencias; las conoce y las sufre, pero Él es capaz de moverse entre todas esas zarzas y espinas para encontrar en cada persona, en cada circunstancia, la riqueza, el valor positivo, la flor que se esconde en la profundidad.

Descubriendo que en medio de todos los miedos, dudas y egoísmos se esconde lo bello de uno mismo, de cada cosa, hombre o mujer, es como conseguimos, en primer lugar una percepción acertada de lo que somos: una visión completa, en la que toda la negatividad se percibe y se comprende, pero en función de las capacidades y posibilidades positivas.
En la flor escondida está la fuerza, el germen desde el que todos los espinos y malas hierbas pueden ser transformados, ¿por qué? Por la sencilla razón de que en esa pequeña maravilla y en su riqueza encontramos la referencia de lo que debería ser; los motivos para soñar con los pies anclados en la tierra; la obra originaria de Dios; algo que merece ser luchado, cuidado y amado.
Esta noche, tras todo lo vivido, pienso que no nos podemos dormir en los laureles, que es muy fácil confiarse y creer que ya estamos en sintonía con esa forma de ver y entender de nuestro Dios, cuando en realidad, nos estamos dejando llevar por nuestras durezas de corazón e inflexibilidades.
Esta noche, le rezo a Dios para que su Espíritu me ayude a dejarme “escarbar”; que sea la luz que me muestre esas flores que están escondidas entre mi maleza; entre las ortigas de este mundo…
También quisiera invitar a esta búsqueda a quien pueda leerme; que nos preguntemos por nuestras riquezas; por las de quien tenemos al lado; por las de la Iglesia y el mundo… que juntos seamos capaces de encontrarlas, mimarlas y, con todo nuestro amor, hacerlas crecer, como el grano de mostaza.

1 comentario:

  1. Ojalá la suave brisa del Espíritu penetre en todos y cada uno de nuestros poros para, desde el interior de las personas,transformarse en "tornado" capaz de arrastrar cuantas miserias habiten en nuestros corazones y sacar a la superficie tantas flores como cada uno de nosotros, apenas sin saberlo, portamos.La primavera florece continuamente.

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