martes, 8 de mayo de 2012

8 de mayo. ¿FRACASADOS?


El pragmatismo del mundo en que vivimos, aunque no queramos, aunque no nos demos cuenta; se va colando poco a poco en nuestras vidas y, ese  valorarlo todo en función de la utilidad que tenga o de los resultados que produzca, puede llegar a determinar nuestras decisiones y sentimientos.

Si dejamos de lado  lo que no nos ofrece garantías de productividad; cuando no nos interesa aquello que no presenta un claro beneficio; convirtiéndolo todo en objetos que usar y después tirar… dónde queda la gratuidad, la fe, la cruz,  ¡el ser!

Y así cerramos nuestras manos al pobre que, aparentemente, nada puede ofrecernos; nos hacemos daño unos a otros, nos aislamos; evitamos correr riesgos por el Evangelio; nos alejamos de las opciones que pueden dañar nuestra reputación o bienestar y nos afanamos en dar frutos que no son los de Dios.



Peor aún es cuando consideramos que el éxito o el fracaso en la vida dependen de los resultados que obtengamos… ¡que mentira más dañina!



Hoy hablaba de ello con una persona y nos dábamos cuenta de que el triunfo no está en el balance final, sino en el proceso. Lo que hace que alguien sea un héroe no es terminar con la victoria, la historia y la mitología humanas están llenas de grandes y admirables figuras que no acabaron ganando.

La auténtica heroicidad está en la forma de vivir y ser, las grandes hazañas que realizamos cuando nos dejamos la piel, hasta el último aliento, en algo.

De la misma manera, el mundo está cuajado de “triunfos miserables”, de supuestos ganadores que no son nada memorables… aunque materialmente tengan de todo.

El fracaso es la renuncia, el tirar la toalla, conformarse con sucedáneos, dejar de soñar y esperar.

El bautismo nos ofrece la posibilidad de ser héroes, heroínas de Dios: gentes apasionadas que vibran con el mundo, el ser humano y la existencia; que luchan sin sucumbir por el Reino en la tierra; que valientemente se exponen al hermano y no dejan de confiar; que asumen y vencen el dolor con una mirada serena; que aman, sirven y se dan  hasta morir; actores de las maravillas de Dios; borrachos de alegría y esperanza… independientemente de para qué   sirva todo eso después, sin calcular las ganancias porque eso ya lo hará nuestro Dios.




Los que queremos seguir a ese Dios hecho hombre que murió en una cruz no nos podemos olvidar de eso; los frutos de nuestra vida son cosa suya, sólo Él  es el que nos da el triunfo de verdad.

1 comentario:

  1. Ah, has vuelto. Bienvenido entonces. Se me ocurre una sugerencia: igual podrías poner etiquetas sobre los temas de los que habla cada comentario, para que así sea más fácil buscar por temas una vez que ha pasado el tiempo, no?
    Un beso y una alegría volver a encontrarte.

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