sábado, 5 de mayo de 2012

4 de mayo. LOS CAPULLOS


Esta noche, en el grupo del MJD, hablábamos de las crisis, de los momentos difíciles en las parejas, la amistad, la familia… y también la fe, claro está.

Compartíamos sobre lo mal que se pasa, lo despacio que pasa el tiempo, lo que cuesta solucionarlas… y yo me acordaba de este cuento que quizás conozcáis:



Un día, una pequeña abertura se produjo en un capullo. Un hombre se sentó y observó a la mariposa por varias horas, mientras ella se esforzaba para atravesar aquel pequeño agujero.

Parecía que había hecho todo lo que podía, pero no conseguía agrandarlo.



Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa; tomó una tijera y abrió el capullo.

 La mariposa pudo salir fácilmente. Pero su cuerpo estaba marchito, era pequeño y tenía las alas arrugadas.



El hombre, siguió observándola porque esperaba que las alas se desarrollaran, para ser capaces de soportar su cuerpo.



Pero nada ocurrió. En realidad la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo marchito y unas alas encogidas. Nunca fue capaz de volar.



Lo que el hombre, en su gentileza y voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era la forma en que Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa, fuese a sus alas, de tal modo que ella solo estaría lista para volar, una vez que se hubiese liberado del capullo.



Poco que añadir, porque ya es muy tarde y la historia ya lo dice todo: en los momentos duros de nuestras relaciones, cuando lo que deseamos es escapar rápidamente de la situación, puede que lo que nos convenga sea todo lo contrario: esperar, esforzarse, luchar, perseverar…. A lo mejor en eso radica la diferencia entre que esa relación salga fortalecida y más madura o malviva hasta el siguiente tropezón…


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