jueves, 19 de abril de 2012

18 de abril. LA CASCARRABIAS YA SONRÍE

Hoy he recibido un regalo muy hermoso. Una señora mayor me buscaba para contarme su historia. Es tan cotidiana y tiene una moraleja tan evidente que, más que una realidad parece una creación literaria. Además, esta mujer me ha dicho que me ofrecía su experiencia para que yo la contara a quien fuese conveniente, para que pudiese ser de utilidad a otros… así que aquí está:

Érase una vez la típica vecina insoportable; todo le resultaba molesto y se pasaba el día protestando a todos por todos: al de arriba lo denunció cuando hizo reformas en el piso; al de al lado lo torturaba porque ponía la televisión muy alta; que si el de abajo hacía mucho ruido al trabajar; que si los niños de el de enfrente; el perro del otro; el olor a tabaco del de más allá…

 Nadie podía aguantarla; fueron varios los inquilinos que se fueron sucediendo en las viviendas del edificio y nuestra protagonista nunca dejó de encontrar, en cada uno de ellos, algo que le resultaba insoportable…cree  incluso que alguno de ellos se mudó cansado de escuchar sus maniobras y discusiones permanentes.

Así fueron pasando los años y nuestra “antipática” protagonista fue haciéndose mayor.

Un día cayó enferma. Una terrible mañana en la que, al despertar, los músculos de su cuerpo se habían vuelto de plomo; la cabeza se le hundía por dentro y su piel hervía de calor. Intentó levantarse de la cama, una y otra vez, cada vez más asustada… pero no hubo forma de que su cuerpo se despegara de las sábanas.

Desde ese momento, las horas se volvieron de goma. Algunas pasaban rápidamente, como  un oscuro y fugaz nubarrón; pero otras se suspendían en el tiempo, regateando unos segundos terribles en los que el miedo y el desamparo se apoderaban de ella.

No se dio cuenta, pero así pasó un día y medio… completamente sola; envuelta en aquél aislamiento  que ella,  tan concienzudamente, había cultivado desde hacía muchos años.

Fue entonces cuando, a lo lejos,  oyó su nombre… todos sus sentidos se concentraron en aquél sonido que se repetía. Sí, era su nombre, acompañado de unos golpes en la puerta.

La chica del piso de al lado; esa de la que tanto había relatado; la que se quedaba hasta tarde charlando con sus amigas; esa por la que una vez había llegado a llamar incluso a  la policía… ahora la llamaba desde el otro lado de la puerta ¿esta usted bien?

Se ve que la pobre se había extrañado al no recibir ningún desaire durante tanto tiempo y se había acercado a comprobar si todo estaba en orden.

¡Estoy enferma! ¡Necesito ayuda! Gritó nuestra protagonista desde su lecho…poco después, le pareció que se le abría el cielo, cuando recibía la asistencia que su joven vecina solicitó.



Hoy, ya recuperada, me contaba que esa experiencia la había cambiado…que durante todo ese tiempo en que pensó que todo iba a terminar, repasó su paso por esta vida y tuvo ocasión de reflexionar…

Me impresionaba profundamente la lectura que ella hacía de lo ocurrido:

“Durante toda la vida, en los otros nada más que veía molestias, sólo he pensado en mí misma y en mi comodidad, así que al final me he quedado sólo con eso, ¡con mi propio yo! Y ese “yo” en realidad es insuficiente para casi todo.

Ahora me he dado cuenta de mi propia precariedad –no porque me esté haciendo mayor, es la de todo ser humano-; de que nos hacemos falta unos a otros. He aprendido lo que es la humildad; se me ha devuelto bien por mal; me han mostrado un amor generoso… y eso hace que cualquier incordio que los hermanos nos puedan suponer se quede ridículo…aún tengo aliento y no soy tan vieja como para no poder remediarlo”

Poco puedo añadir a este testimonio, sólo el dibujito del día, el de los apóstoles que no conseguían pescar nada, hasta que siguieron la voz del Maestro; la voz del amor…


1 comentario:

  1. Qué testimonio tan real como bonito, y ejemplar para much@s.En primer lugar, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena.Aunque hayan pasado los años y hayamos hecho algo incorrecto, es bueno corregirlo, ya sea por nosotros mismos como por los demás.Es de sabios pedir perdón, darte cuenta del mal que has hecho y rectificar.Y en segundo lugar hay que destacar el papel de la vecina, nuestro Dios, reflejado en ella.Por mucha lata que le dio, ahí estaba el AMOR.Son estos ejemplos, los que te hacen reflexionar que de una manera u otra, se presenta nuestro Dios ¿os dais cuenta?.Gracias por compartir, como siempre.TQ.Bss.

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