jueves, 12 de abril de 2012

11 de abril. LA FUERZA DEL SENTIDO

Esta mañana, en laudes, mi superior comentaba el evangelio del día: el camino de Emaús.

Me llamó la atención al hablar de un solo camino, un mismo tramo pero que puede recorrerse en dos direcciones.

La dirección Jerusalén-Emaús: la de la desilusión (no merece la pena…), la del sinsentido (¿por qué me pasa esto a mi?), la del vacío ( ¿dónde esta Dios?), las dudas (¿y qué va a pasar ahora?, ¿qué va a ser de mi?), el miedo (¿tendré que sufrir?¿podré superarlo?)…

Seguramente muchos de nosotros –por no decir todos- nos hemos reconocido en muchas ocasiones vagando sin rumbo en este sentido del trayecto.

La otra es la de Emaús-Jerusalén: el entusiasmo, la alegría, el corazón que arde de pasión, el encuentro con la comunidad, el anuncio de la buena noticia.

Como, decía al principio, es el mismo sendero, la misma vida, las mismas circunstancias, las que cada uno tiene que afrontar, buenas o malas; pero ¡qué diferentes son las dos formas de realizarlo!

¿Qué hay en medio? ¿qué es lo que marca la diferencia?

“El resucitado”, puede ser lo primero que pensemos… pero no creo que sea eso: el Cristo vivo ya estaba con los discípulos cuando marchaban con su sufrimiento hacia Emaús;  haciéndose el encontradizo, acompañando, escuchando y acogiendo todo su dolor… eran ellos los que no podían reconocerlo, los que inmersos en su oscuridad, no sabían reconocerlo.

También está con nosotros en todos esos momentos de desierto y supongo que también nos es difícil “abrir los ojos” y darnos cuenta de su presencia.

Es ahí donde radica el asunto, en nuestra capacidad de “ver”.




En la Palabra recibida, no como historias lejanas o ajenas a la propia vida, sino como el  relato de nuestra misma existencia y relación con Dios y los hermanos y en la Eucaristía, que no es un culto o una liturgia, sino también la transformación de los que somos, la apertura, la acogida al extraño (quédate con nosotros), la propia incorporación a esa entrega de amor de Jesús que se parte y reparte… es ahí donde la mirada aprende a despejarse e , inevitablemente, se cambia de dirección; la vida se transforma y la oscuridad se muere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario