jueves, 9 de agosto de 2012

9 de agosto. ANIÑARSE


Esta mañana estaba estudiando con un joven amigo; él se preparaba un examen de filosofía para septiembre y yo estaba dándole un empujón a mi tesis.

Solemos hacerlo todos los días durante estas vacaciones, pero hoy lo he disfrutado de una manera especial: él iba leyendo, subrayando, me consultaba lo que no entendía y yo se lo explicaba. Ha sido extraordinario ver como cada tema que iba comprendiendo y asimilando, a su vez le iba despertando en su interior nuevas preguntas; se le iban abriendo nuevos horizontes en su mente…

Y lo mismo me iba ocurriendo a mí conforme me sumergía en mis escritos y en los libros que he ido recopilando.

Al terminar, mi compañero de trabajo me comentaba que a él también le había gustado mucho la mañana y yo me quedaba con la satisfacción de pensar que ese amigo, probablemente, estaba descubriendo lo que de verdad es el estudio al estilo dominicano.

Ese estudio que cuesta, que es una forma de ascetismo, con el que siempre da pereza arrancar; pero que –orientado a Dios- enseguida te atrapa y te transforma. No consiste en saber mucho ni en ser una rata de biblioteca sino en llenarte de curiosidad, en descubrirse en la necesidad de aprender, en plantearte cuestiones y buscar respuestas.

Por la tarde, una madre traía a su hijita a ver la Iglesia y yo las he acompañado. Cuando veía a esa niña con los ojos tan abiertos, mirándolo todo; sorprendiéndose; preguntando todo el rato… comprendía que el verdadero estudio también nos ayuda precisamente a eso… a ser como esos niños del evangelio que buscan a Jesús; esos pequeños con los que a Él le gusta estar.

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