No sé a quien se parece mi primer sobrino, Rafael…. Según como lo mires
tiene la cara de su padre y, desde otros ángulos, es clavadito a mi hermana
cuando nació.
Ha venido al mundo de una forma complicada, su nacimiento trajo algún
problemilla a su madre, que tuvo que permanecer más tiempo de la cuenta
ingresada y muy fastidiadilla; pero el nació muy despierto, nunca se me
olvidarán aquellos ojazos, abiertos de par en par que, nada más salir del
paritorio, parecían querer absorber el
universo entero y que, inmediatamente nos cautivaron a todos para siempre.
Cuando lo tengo en brazos parece que
el mundo se para a mi alrededor y que, entre nuestras miradas fluye una inmensa
corriente de amor y serenidad; revivo de forma irremediable mi niñez, aquél
tiempo en el que, con tan solo cuatro
añitos, me llenaba de asombro y quedaba maravillado y embobado ante unos ojos
idénticos, los de su madre recién nacida…
Una madre que lo ha pasado muy mal, sí, como mal lo ha pasado mi cuñado; pero
ninguno de los dos duda ni un instante en decir que “todo compensa, que todo ha
merecido la pena” y es que el dolor puede vencerse, se puede quedar en una
insignificancia cuando aprendemos a llenarlo de amor y sentido; cuando sabemos
convertirlo en vida y posibilidades.
Mi sobrino se llama Rafael, que quiere decir “medicina
de Dios”.
Es el momento de que al tio se le caiga la baba con el sobrino, pero me pregunto cuántos litros (de baba) gastará el sobrino cuando sea consciente del tio que tiene.
ResponderEliminarMªVictoria 1de agosto de2012 17:47
ResponderEliminarES maravilloso el sentimiento que crea; una criatura tan pequeñina he indefensa, que no querermos que le rose ni el aire. Me ha encantado tus sentimientos, son humanos y de una secibilidad especial como la que tu tienes, esa relacción de sobrino y tio, siempre sera especial