miércoles, 8 de agosto de 2012

7 de agosto. ENSOÑADOS


Mientras el párroco está fuera, le toca a un servidor atender el despacho parroquial. Esta tarde he estado en ello precisamente y confieso que, aunque sé solucionar los asuntos más corrientes, aún estoy muy verde en los temas más complejos… ¡todos los años me encuentro con algún lío que no sé muy bien cómo afrontar! Jejeje, pero me gusta, porque me ofrece la posibilidad de hablar y compartir con mucha gente.

Hablando de compartir, hoy he pasado bastante rato hablando con un joven que se sentía algo desanimado. Es un hombre entusiasta y comprometido, que ha apostado fuertemente por el Evangelio, ofreciendo su tiempo y su trabajo.

Pero se estaba dando de frente con la miseria de las personas y las instituciones y sentía deseos de abandonarlo todo.

A mi la historia me resultaba muy familiar y he tratado de animarle para que no pierda la esperanza… estoy convencido de que, cuando uno se esfuerza y se entrega a un sueño o a una causa, si esta es de Dios, nunca se trabaja inútilmente; aunque parezca que nos cansamos en vano.

Le decía que lo llamativo, lo que conocemos y admiramos son los cambios, los pasos que se dan, los avances, los muros que caen…. Pero que ninguna de esas cosas serían  posibles sin que, previamente, muchos hombres y mujeres anónimos se hayan dejado la vida –de forma aparentemente inservible-  llamando, dándose golpes y empujando contra esas murallas, las puertas que se cierran y lo que supuestamente es inamovible.

Puede que nosotros no lleguemos nunca a conocer las repercusiones de nuestros afanes y que jamás nos los reconozcan (tampoco lo hacemos para eso); pero lo que sí es seguro es que, con Dios a nuestro lado, nuestra dedicación siempre dará fruto.




No podemos perder la esperanza jamás, no podemos dejar de soñar ni luchar. Y me gusta proclamarlo especialmente hoy, cuando pasan las doce y ya es el día de Santo Domingo; quienes, muchos siglos después, seguimos haciendo nuestro su sueño y asumiendo el trabajo de la predicación ¡estamos de fiesta!.

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