jueves, 7 de marzo de 2013

7 de marzo. AYU-DAR


Parece que ya se va marchando el dolor de espalda…imagino que, los que somos altos, tenemos ahí el tendón de Aquiles. Llevo dos días en los que he tirado de todo lo imaginable: pomadas, calor, anti-inflamatorios, masajes… y parece que la cosa está dando resultado.

Hace nada, mientras estaba con las cervicales agarrotadas y con la cabeza que parecía a punto de reventar, todo se veía distinto…no tenía ganas de nada y cualquier cosa se me hacía un mundo, me movía arrastrando el cuerpo y el día se me convirtió en una pesada carga con la que me parecía que no iba a poder.

Muchas veces en la vida; cuando nos visitan los dolores, los problemas o los miedos; nos pasa lo mismo. Percibimos las cosas negativas como extraordinarias y dejamos que los sentimientos que nos producen acaparen toda nuestra visión y pensamiento. En cambio, nos encontramos incapaces de advertir y disfrutar lo bueno que permanentemente nos rodea; lo positivo es como si fuese lo normal, lo que nos corresponde por derecho.

En los peores casos, nos resignamos a las “jaquecas” de la existencia y nos regodeamos en nuestra propia realidad sufriente, embarcándonos en un círculo vicioso que no puede tener un buen final.

Es necesario no caer en eso. Igual que, cuando nos duele el cuerpo, tomamos medicinas o buscamos remedios; del mismo modo en que, cuando eso no es suficiente, vamos al médico; podemos ser capaces de encontrar curas cuando lo que padecemos es un revés de la vida.
 
 
 

Nuestro Dios, que no deja nunca de mimarnos a cada uno de nosotros, está especialmente atento cuando nos vemos así; siempre pone cerca de nosotros algo o a alguien que nos puede calmar y sanar. Basta con ser capaz de mirar para encontrar; con tener la humildad de pedir ayuda y recibirla…

Porque “no es bueno que el hombre esté sólo”, nos hacemos falta unos a otros… ¿por qué empeñarnos en solucionarlo todo sin ayuda de nadie?

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