jueves, 17 de febrero de 2011

17 de febrero. LA PERSIANA

Esta mañana he tenido el lujazo de ir a un colegio a compartir un rato con los alumnos de secundaria. En una asignatura les tocaba tratar el tema del nacimiento de las órdenes mendicantes y la profesora –amiga y hermana- me invitó a que fuese yo el que se lo contara.

Me había preparado la charla con la intención de que no fuese muy aburrida, con un power point y esas cosas... Quería intentar que comprendieran que los cristianos tenemos que ser capaces de dar respuesta a las nuevas situaciones que surgen en la humanidad, de llevar el Evangelio de una forma comprensible y con credibilidad a cada momento de la sociedad.

Y, otra vez, los chavales me han sorprendido. Los he encontrado muy receptivos, pero –sobre todo- lo que les interesaba era yo; mi forma vida; la vocación religiosa; porqué era tan feliz…

En el momento actual podemos creer que no interesamos, que –sobre todo los jóvenes- pasan de nosotros, de las gentes de Iglesia y de la fe. Pero no es esa mi experiencia, no es eso lo que he visto esta mañana.

Después de comer, y aprovechando que está en el convento “un manitas” muy bueno, he decidido arreglar la persiana de mi habitación. En verano se me rompió la cuerda y, como soy un desastre tremendo, llevo varios meses en la “penumbra”, en un cuarto que parecía una madriguera.

Cuando hemos terminado y tiraba de la cuerdecita, resulta que la persiana arreglada subió y, aunque parezca mentira, me he sorprendido al descubrir la cantidad de luz que entra por esa ventana ¡se me había olvidado!

Relacionando las dos cosas, me pregunto ahora qué persiana tenemos echada los creyentes; cual es el obstáculo que impide que la luz de Dios alcance a la gente; que el amor que experimentamos ilumine sus necesidades e intereses…. De qué cuerdecita tendríamos que tirar para poder ofrecer y compartir todo lo que se nos ha dado.

Lo fácil es echarle la culpa a otros. Es verdad que los medios de comunicación no ayudan mucho; que en las series y noticias es raro que aparezca un cristiano bueno y prácticamente imposible que ese buen creyente sea cura, fraile o monja; que en cuanto hay una persona que pierde la cabeza y se deja llevar por  malos sentimientos (como también ha sucedido hoy), no importa de qué rincón perdido provenga, que tiene seguro un sitio en las noticias nacionales… que el interés que puede existir por lo que somos, se sacia frecuentemente con mentiras, exageraciones y falta de contraste; no cabe duda de que todo eso es cierto pero…¿y nosotros? ¿qué podemos cambiar o hacer?

Nuestros hermanos se preguntan, tienen sed, buscan, aunque sea secretamente… nos necesitan.

Hace casi 800 años las órdenes mendicantes surgían por esa misma razón. Hoy seguimos vivos, llenos de energía y plenitud; ahora, como entonces, tenemos que ser capaces de salir de la seguridad de nuestras trincheras, dejar de lamernos las heridas o añorar pasados gloriosos y lanzarnos a los caminos, sin miedo; a compartir la vida, saber quiénes son los que nos rodean, lo que piensan y les hace falta… solo así podremos levantar las persianas y ofrecer al mundo la luz, el sentido, la autenticidad de Dios.

3 comentarios:

  1. Es cierto que la gente está deseosa y la gente de Iglesia aún más. Queremos saber, conocer y encontrar a personas que nos devuelvan el sentido de la fe de verdad, las raíces del evangelio de Jesús. En ese sentido, ayer viví una experiencia preciosa. Una de nuestras hermanas de comunidad, de ese grupo de personas de las que hablabas en el post de hace unos días, los que te enseñaron a descubrir la verdadera fraternidad (a mí también), compartió sus pequeñas luces con un grupo de creyentes, laicos, miembros de una entidad de Iglesia a la que ahora, algunos de sus responsables "exigen" que se les note más que lo son. Esta gente no puede ser más creyente, es imposible que muestre más su identidad de seguidora de Jesús pues, en su día a día no hacen otra cosa que "dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento". Qué más identidad cristiana que esa.
    Pero eso es otra historia. Lo cierto es que ellos y ellas, cristianos de a pie, seguidores del Dios Padre y Madre de Jesús han recibido las palabras de nuestra hermana y amiga como una luz en su camino, como una esperanza en que otro mundo y otra iglesia son posibles.
    Y yo me he convencido una vez más de esa frase de Jesús: "No os preocpéis por lo que vais a decir... yo pondré palabras en vuestra boca".
    La Predicación, el anuncio del evangelio de nosotr@s, los Mendicantes, si es de verdad, viene de nuestra Fuente. Y da vida.

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  2. ¡¡¡¡Venid al colegio los dos!!!! Y ayudadme a mí con las clases de Religión... ;)

    Bromas aparte... Acabo de descubrir esta página. Gracias. Ha sido el regalo del día de hoy.

    Un abrazo.

    Clara

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  3. Yo también me apunto a que vengas al cole. Ya te lo he dicho muchas veces.Así que a ver cuando me haces un hueco.Gracias

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