lunes, 28 de febrero de 2011

27 de febrero. COLLADO 2011

De nuevo en el convento y ¡ya con conexión a Internet! Vuelvo rebosante de gratitud y amor,  con infinidad de inquietudes y descubrimientos que ahora tendré que rumiar; completamente lleno y renovado por dentro, ; pero absoluta y totalmente machacado por fuera; uno ya no puede seguir el ritmo de los 18 años durante tres días seguidos… verás tú lo que tarda ahora en recuperarse este pobre cuerpo mío. ¡Hay veces que aquello de “dar la vida” se hace casi literal!

Ha salido todo casi perfecto –con la salvedad de una de mis niñas que se ha puesto malita de la garganta, la pobre- y estoy muy contento. Los chavales han vuelto ilusionados y les ha gustado mucho la experiencia, pienso que querrán repetir seguro.

También preciosa la experiencia de otras dos hermanas del MJD, más mayores, que me han ayudado y han sido imprescindibles. Se han esforzado e incluso sacrificado para hacer posible que otros jóvenes, a los que ni siquiera conocían, pudiesen tener esta experiencia. Sé que han querido hacerme el favor de posibilitar que llevase al grupo de confirmación; pero sé también que lo han hecho, sobre todo, para que los que vienen detrás puedan saborear algo de la riqueza que a nosotros se nos regaló en su día.

Organizado con mucho trabajo por y para los jóvenes, durante este fin de semana se reunieron alrededor de 40 jóvenes dominicos para profundizar en el conocimiento y el estudio de la Escritura. En general, qué poquito la conocemos y la aprovechamos…
























Experiencia creyente de ayer que hoy está viva en nuestras vidas; el mismo encuentro en si mismo ha sido reflejo de ello: la mano de Dios que, generación tras generación nos saca de las muertes cotidianas para llevarnos a la VIDA, la fraternidad, la llamada, las dudas, el levantarse y ponerse en camino,  la repetición de las mismas meteduras de pata, la misericordia, las mediaciones, el tener que entregarte irremediablemente a la seducción del Señor con “todo el equipo”, la plenitud… todo lo he tocado, visto y oído en Collado Mediano.

En la Biblia está mi nombre, mi camino, mi historia de amor; la mía y la de mis chavales, aún por recorrer; la de cada uno de los que hemos participado del encuentro; la de quien pueda leer estas líneas… la de cada hombre y mujer.

Una nación infinita, atemporal, con sus altibajos, siempre en marcha que, en cada paso dado recibe de nuevo la oferta de la divinidad borracha de amor:
-.Quieres ser mi pueblo? Yo quiero ser tu Dios…

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