¡Qué dos grandes películas!, las he visto recientemente y no dejo de pensar en ellas.
El cine es una de mis mayores aficiones, me dejo atrapar y cuestionar por él con muchísima facilidad y mucho más cuando el contenido de las cintas es tan profundo y hermoso.
No voy a contar de qué van para no reventárselas a nadie, porque desde aquí animo a verlas a quien pueda leerme. Así que, simplemente, comparto una reflexión que me ronda desde que las vi.
Fundamentalmente me sugieren la fuerza del compromiso verdadero, con Dios, con las personas, con la humanidad… con uno mismo… un compromiso de verdad, de los que cada vez quedan menos.
Pienso que hoy es muy necesario recuperar el valor de la “palabra dada”, que nuestras opciones tengan peso y no tiremos la toalla, o cambiemos de disco cuando las circunstancias dejan de ser favorables, cuando no nos interesa, cuando dejamos de sentirnos bien, cuando llega el miedo, el dolor o la posibilidad de la muerte.
Un compromiso total, que esté presente en todo lo que somos y hacemos, y no las migajas de nuestro tiempo y capacidad.
Yo, al menos, quiero aprender a “permanecer” cada día. En primer lugar porque sólo así podemos dar un verdadero testimonio, la segunda razón es que únicamente perseverando, podemos alcanzar la auténtica libertad, para nosotros mismos y para los demás.
Confieso que esta noche, aunque tengo el corazón y la cabeza sobrecogidos y llenos de emociones e inquietudes, no me salen las palabras. Igual tengo que rumiar y rezarlo todo un poco más.
Ilustra esta entrada una imagen de Fray Antonio de Montesinos, que aparece en “También la lluvia” y del que, seguro, volveré a hablar más adelante. Hoy sólo destaco las cadenas que se rompen en sus manos.
No dejéis de verlas, necesitamos este tipo de estímulos para despertarnos, para ver y oír nuestro mundo en el que aún hay muchas cadenas que romper y mucha paz que construir… y ¿quién lo hará si no nos ocupamos nosotros?
Me encanta la recomendación cinematográfica (iré a verlas). Yo tengo otra: El discurso del rey. Si puede ser en versión original, mejor.
ResponderEliminarY me encanta también la imagen de Montesinos. Siempre me ha gustado. Quizás una sugerencia para el artista, que además nos enlaza con la historia actual: Montesinos vivió una gran parte de su vida en La Española (es decir, en la actual isla que comparten República Dominicana y Haití) y no en el sur del continente, que es el que aparece en la imagen. No voy a incidir en el asunto de la actualidad, porque ya lo he hecho en estas páginas.
Pero sí en Montesinos, que para mí, es una de las grandes figuras de la Orden Dominicana no lo suficiente explorada.
En diciembre de 2010 se ha cumplido el V Centenario de la presencia de los Dominicos en Latinoamérica, y por tanto, también los 500 años de la maravillosa predicación de Fray Pedro de Córdoba en favor de los más maltratados en la isla, los indios. Una predicación que fue fruto de la reflexión de la comunidad, en la que también estaba Montesinos.
Si queréis saber más, os sugiero estas fichas de trabajo que han elaborado unos hermanos nuestros: http://cidalc.op.org/cidalc/