Ya estoy de vuelta, tras una
preciosa experiencia en Alcalá la Real; unos días en los que hemos vivido
intensamente el gran misterio del amor.
Regreso cansado, porque como
digo, el ritmo ha sido fuerte, pero, a la vez, profundamente renovado por todo
lo vivido y compartido con mis hermanos frailes, las monjas, los laicos
dominicos y las gentes de la ciudad; por –ante todo- el inmenso regalo de Dios,
por la luz y el nuevo comienzo de la Pascua.
En apariencia todo sigue igual:
al volver me seguían esperando las dificultades y un tremendo volumen de
trabajo; tras unos días “desconectado” de la prensa y la televisión, me entero
de las nuevas crisis de violencia que atormentan al mundo, la tragedia humana
parece continuar… la resurrección no es algo evidente que se imponga a nuestra
voluntad.
Pero bajo esa superficie
complicada, que se nos presenta a primera vista, es posible descubrir que ya
nada es como antes, que todo ha sido profundamente transformado… ¡puede
encontrarse uno con la VIDA en realidad!
La Pascua nos ofrece una nueva
perspectiva más amplia de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea. No
podemos aislar los acontecimientos, los dolores o la oscuridad de la vida, sino
contemplarlos desde un “más allá” que tenga en cuenta el pasado (todo lo
disfrutado y crecido) y lo que está por llegar; un futuro que, en Dios, podemos
esperar sin miedo porque sabemos que nos traerá el triunfo sobre todo lo que
nos amenaza, el encuentro con todos los que se fueron, una eternidad de
plenitud y humanidad.
Es una visión que se fundamenta
en la confianza de que nuestro destino es también la resurrección de Jesús, sí,
pero que transforma también y por completo el ahora, el “mientras tanto” en el
que estamos caminando por esta tierra.
Porque la alegría que nos aguarda
en el destino es la que nos impulsa a continuar el viaje: a salvar los obstáculos,
a seguir luchando, a no detenernos ni desesperar en los atascos. El fin que
esperamos llena de luz todo aquello que –bueno o malo- configura el camino que
nos conduce hasta allí.
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
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