jueves, 11 de abril de 2013

11 de abril. BENDITO TOBILLO


Ahora que estoy con “la pata chula”, me he encontrado con un tiempo precioso que creo que estoy sabiendo aprovechar; pero también es en esta situación cuando más me estoy dando cuenta de la importancia de muchas cosas cotidianas y que ahora, o no puedo o me cuesta mucho hacer: ir al baño, acercarme a consultar un libro, bajar a tomar un café, o –sobre todo- ir a ver a mi familia… mi sobrino, por ejemplo, se ha puesto malito y me es imposible acudir a estar un ratito con él, me he tenido que conformar con el teléfono.

Yo creía que, al tener un padre parapléjico,  ya estaba más que concienciado con las dificultades de movilidad, pero la verdad es que, hasta que un problema  no lo vives en tus carnes no te enteras del todo  de lo que eso es.

Esas escaleras del convento que he subido y bajado corriendo varias veces  a diario, ahora se han convertido en un abismo agotador, el pasillo que conduce a mi habitación se ha vuelto interminablemente largo y la ducha, una arriesgada acrobacia.

Lo que ayer era normal, un acto automático que realizaba sin darme cuenta, ahora se ha transformado en desafío.  Unas veces me desespero, aunque en la mayoría de  ellas acabo riéndome “a pierna suelta” de mí mismo, de mi torpeza  y de lo absurdo y complicados que son los montajes que preparo para las acciones más sencillas.

Sé que ya he hablado otras veces aquí de lo importante que es valorar lo cotidiano, pero ahora tengo que volver a hacerlo, quiero recordar a quien me lea, todas las bendiciones habituales que podemos disfrutar; esas que parece que no cuentan, las que creemos que nos vienen de serie, que son la normalidad… esas que no aprendemos a apreciar hasta que nos faltan: las personas que nos quieren y los detalles que nos regalan sin parar; el cuerpo, que aunque sufra alguna limitación siempre está rebosante de posibilidades; la risa; el Sol y las estrellas; el hogar; la fe… la  infinita cantidad de regalos impresionantes  en la que nos movemos y vivimos todos los días. Por muchos y graves que sean los problemas que se nos presentan, siempre son más grandes y poderosas las cosas buenas que se nos dan. ¡Que no se nos escapen!
 

5 comentarios:

  1. Me recuerda mucho un artículo que hace años escribió un monje de Poblet, Agustí Altisent, "¡Tengo dos pies!" Estaba en una situación equivalente a la tuya, y ese fue su descubrimiento: la maravilla por tantas cosas cotidianas que nos sostienen, sin ser conscientes de ello.
    Si la segunda convalecencia te es tan provechosa como cuentas de la primera, bien nos valga la pena un esguince ;-) Ánimo desde Salamanca. natàlia
    pd: qué bien que hayas retomado el blog.

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  2. Felix. Desde Valencia te mandamos un abrazo grande somos los padres de Vicente Benedito estás en nuestras oraciones.
    Mucho animo

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  3. TE QUEREMOS MUCHO HERMANO. sigue cuidándote no te confíes. Tu familia siempre te quiere estés más o menos presente. Los demás también nos sentimos culpables por no haberte podido visitar más.ÁNIMO...UN ABRAZO MUY FUERTEEEE te quiero

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  4. He descubierto este blog maravilloso...¿no funciona más? ¡¡Qué imágenes tan inspiradoras!! Gracias, hermano.

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  5. Félix, te echamos de menos... ¿Cuándo vuelves a predicarnos con tus dibujos? No hace falta que te estropees un tobillo... pero esperamos tu vuelta!
    Contemplar y DAR LO CONTEMPLADO. ;D

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