TESTIMONIO DE PIERRE CLAVERIE, OP
(Fragmento de una homilía pronunciada
por el obispo dominico Pierre Claverie, en Prulla, sur de Francia, semanas
antes de ser asesinado en Orán)
Desde
que comenzó el drama argelino, me han preguntado a menudo: ¿Qué hacéis allí?
¡Regresad a casa sacudiendo el polvo de vuestras sandalias!... ¿Dónde está
nuestra casa? Estamos allí a causa de este Mesías Crucificado, no por otra cosa
ni por ningún otro. No tenemos intereses que salvar, ni influencias a mantener.
No nos sentimos empujados por no se qué perversión masoquista o suicida. No
tenemos ningún poder, pero estamos allí como en la cabecera de la cama de un
amigo o de un hermano enfermo, en silencio, cogiéndole la mano, secando el
sudor de su frente. A causa de Jesús, porque es él quien sufre allí, en esa
violencia de la que nadie escapa, crucificado de nuevo en el cuerpo de miles
de inocentes. Al igual que María, su madre y san Juan estaban allí, al pie de
la cruz en que Jesús muere, abandonado por los suyos y ocasión de burla para la
gente. Para el cristiano, ¿no es esencial estar presente en los lugares de
sufrimiento, de menosprecio, de abandono…?
Dar la propia vida es eso y nada más.
En cada decisión, en cada acto, dar concretamente algo de sí mismo: el tiempo,
una sonrisa, la amistad, alguna habilidad propia, una presencia aunque sea
silenciosa o impotente, una atención, un apoyo material y espiritual, una mano
tendida… sin cálculo, sin reserva, sin miedo a perderse.
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