viernes, 2 de diciembre de 2011

1 de diciembre. ESCÁNDALO

Como todos los jueves, he pasado la tarde con las catequesis, hablando de la fraternidad, de ser comunidad y del reino de Dios; pero al volver a mi cuarto, me he encontrado con un mensaje que me ha revuelto por dentro, que me ha devuelto a la consciencia la precariedad con la que podemos llegar a vivir todo eso.

A veces, uno es testigo de situaciones, de comportamientos escandalosos, que –además de que no puedes comprender ni que se den, ni que se permitan-  te provocan un intenso dolor en el corazón.

La realidad es que, en ocasiones, los creyentes, pervertimos profundamente el Evangelio, quiero creer que siempre inconscientemente; que las carencias personales, u otros valores e intereses, nublan y eclipsan en la vida lo más importante, aquello por lo que decimos apostar la vida: la fraternidad, la caridad, ¡el amor!

Lo peor de todo es cuando los demás llegamos a asumir y aceptar esas porquerías o porque nos dan miedo las consecuencias o –aún peor- porque ya nos hemos habituado a ellas…

En estos días, un servidor está profundamente escandalizado por varios acontecimientos que se han dado a mí alrededor; a estas alturas –gracias a Dios- mi vocación ya no se tambalea por ello… pero sí que me produce una tremenda vergüenza… sé que no es únicamente a mí, que lo mismo están sintiendo muchos hermanos y hermanas míos.

No puedo permanecer impasible, como si no fuese conmigo, la verdad. Lo primero que me nació fue la acogida, poner mi amor donde parecía triunfar la degeneración… y estoy tratando de hacerlo con todas mis ganas; como me decía una hermana, dejarme el pellejo y rezar para que  la fraternidad sea real; trabajar para que los creyentes nos sintamos verdaderamente unidos en una sola alma y un solo corazón en Dios… pero no sé si es suficiente, la verdad.

Me pregunto sobre la denuncia profética de la injusticia. Alinearse junto a las víctimas y socorrerlas, hacernos parte de su destino está genial (si fuésemos capaces de eso ya sería estupendo)… pero ¿basta con eso? ¿el Evangelio no pasa también por expulsar a los mercaderes del templo? ¿por delatar la hipocresía de los fariseos? ¿no es también parte del amor el señalar a los que abusan de su posición para marginar y hacer sufrir a los hermanos? ¿no es una exigencia, para el amante, la transformación de lo que trae muerte o indignidad?

Está claro que sí, especialmente claro ahora, que toda mi familia dominicana está celebrando el sermón con el que, la comunidad de Montesinos, defendió los derechos y dignidad de los hombres y mujeres de América.




Siempre me he sentido muy identificado con el texto que narra la vocación de Moisés, con las excusas, miedos y limitaciones con las que el patriarca trata de evitar la vocación que Dios le ofrece. Un Dios que siempre está del  lado del oprimido y que te envía no sólo a consolarlo, sino a dar la cara, a arriesgar la vida para acabar con el origen del sufrimiento…

Así estoy esta noche, justamente cuatro años después de mi ordenación...exponiéndole al Padre mis justificaciones, mis dudas, mis temores y mi incapacidad… pero la zarza de mi interior, no se consume, no deja de quemarme por dentro…


1 comentario:

  1. "Lo primero que me nació fue la acogida, poner mi amor donde parecía triunfar la degeneración…".

    Sé que es lo que todo cristiano debemos hacer, a fin de cuentas es predicar con el ejemplo, pero no por ello deja de maravillarme cada vez que conozco a alguien que lo lleva realmente a la práctica, dejando aunque solo sea por un instante sus prejuicios, y los perjuicios que le hayan ocasionado.
    Ahí hay amor.

    Ánimo Félix, mucho ánimo para cada día ;).

    Un abrazo.

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