viernes, 8 de julio de 2011

7 de julio. LA VENTANA DE DIOS

Estoy sentado junto a una ventana que me regala un paisaje precioso. Es algo que suelo echar de menos en los conventos: tener en el cuarto una ventana amplia que me presente el mundo en toda su plenitud, en los días de sol y en los de tormenta. Un escaparate por el que desfile la vida y la gente, con sus prisas y afanes.

Me encanta pasarme el rato aquí sentado, junto a la ventana, y más aquí, en esta ciudad tan tranquila y hermosa. Me recreo con el vuelo de los pájaros, el baile de los árboles al son del viento; los tejados viejos tostándose al sol; las lejanas campanas de la iglesia; al fondo las montañas, imponentes; arriba, el cielo fresco, y bien despierto.
Me embobo mirando por la ventana, respirando la pureza de la brisa que entra por ella, sintiéndome parte de ese sereno conjunto. Mi imaginación se escapa por esa ventana y vuela alto y lejos ¡lo que me faltaba a mí! Entonces se confunden las fantasías con los recuerdos y la historia con la esperanza; me colma de rostros, de nombres de personas a las que quiero y con las que me encantaría compartir esta ciudad, la visión que disfruto desde este sillón.
Esta ventana, en definitiva, me inspira, me llena de Dios. Cuando llegué aquí no era consciente de la falta que me hacía una ventana como esta.
Puede ser que a todos, de vez en cuando, nos haga falta lo mismo: una ventana abierta de par en par al mundo; un pequeño palco desde el que poder abrir la mirada y el corazón; desde el que poder observar serenamente este mundo nuestro.

Contemplar la realidad y descubrir el dinamismo que se esconde tras su imperturbabilidad; las convulsiones que envuelven su tranquilidad cotidiana; la mano de un Dios que, desde lo pequeño, rompe lo grande y le da la vuelta por completo a todo, demostrándonos que nada es lo que parece.

Ver y rezar el mundo, dejar que Dios nos empuje más allá de esa ventana, ilusionarnos ante lo que está por venir, desear ser protagonistas de esa revolución… sumergirnos con el Padre en la vida misma, darnos con Él a los hermanos.

2 comentarios:

  1. Tienes toda la razón.Cuando tienes la fortuna de poder disfrutar de una ventana así,en muchos momentos de tu vida,necesitas un respiro,abrir esa ventana,mirar a través de ella y dejarte llevar por esa tranquilidad,esos pensamientos,....es como si en parte huimos un poco de la realidad que nos rodea y te das cuenta de los valores importantes de la vida:una simple ventana a la naturaleza.¿Hay cosa más bonita?TQ:besos

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  2. Y cuando esa ventana físicamente es imposible contar con ella, ahí aparece el PINTOR,CRISTALERO o NARRADOR cristiano para "narrársela" al que no la tenga;y si carecen espiritualmente,ofrecérsela.
    Gracias.

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